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Una forma distinta de llenar la despensa

Esfuerzo, ganas y mucho trabajo son los nuevos valores de “villa al lao”. La nueva huerta de la Asociación Monte de Santoña espera cumplir las expectativas de los componentes

    Primera hora de la mañana del tercer sábado de enero. Apenas despuntan los primeros rayos del sol. Javier Fernández y Emilio Barberarena, “El Rubio”,  llegan a las escaleras que conducen a su nueva adquisición. La primera puerta a la izquierda del callejón de El Salticón en la parte de atrás de la Calle La Alameda de Santoña, en Cantabria, se va a convertir en una verdulería “casera”. Apenas 100 metros cuadrados de tierra fértil divididos en dos secciones aparecen al otro lado de la entrada. Mucho esfuerzo, dedicación y trabajo  por parte de estos labriegos noveles que verá su recompensa con el paso de las semanas y los meses. “Villa al lao”, como la conocen entre el grupo de amistades, será lo suficientemente grande como para abastecer en un par de meses a varias familias.
 

    Varios días de búsqueda en Internet y de preguntas “a los que saben” fueron suficientes para empezar esta parte agrícola en la vida de estos santoñeses y pejinos, (término con el que se conoce a los residentes en Laredo, el pueblo situado enfrente de Santoña). “Hemos hecho muchas preguntas a hortelanos de la zona y a familiares expertos en este asunto y si ellos lo han conseguido ¿por qué no nosotros?”, se reta y anima Fernández en cuanto entran en el salón acristalado que está al fondo de la huerta. Cada vez que vienen comienzan por cambiarse de indumentaria: “Ropa vieja de esa que siempre tienes por casa vale y un par de playeros. Lo que hay que comprar, si no se tiene, es un par de katiuskas para los días de lluvia en los que la tierra se embarra”, explica el rubio. Es una caseta destinada al cambio de ropa, almacenamiento de utensilios de trabajo y de limpieza, de semillas y de comida: “la parte más importante sin duda”, bromean entre ambos.
 

     Este duro trabajo no lo hacen solos. Sus esposas, Juana Martínez, “La Panela”, y Josefina Martínez aprovechan siempre un hueco libre para echarles una mano: “Por lo menos nos hemos propuesto ir, aunque sea, una vez a la semana”, afirma Josefina Martínez. “Es un poco complicado por el trabajo, pero reunimos fuerzas en los fines de semana y para allá que vamos, en autobús o en coche, da lo mismo”, cuenta la panela en un descanso. A estas dos mujeres intrépidas y trabajadoras se les suma la colaboración del resto de la pandilla, que tiene algo más de experiencia: Rodolfo Fernández, “Dolfo”; Paquita Albo, “Paqui”; Fernando Fernández, “el Cañas”; Tomás Sierra, “Chino”; Antonio Casas, “Picar” y Juan Carlos De La Peña, “El Virutas”, son los propietarios de “villa arriba” y “villa abajo”, huertas conjuntas muy cerca de “villa al lao”.  El grupo entero, y algunos más que no frecuentan tanto los terrenos, son componentes de la Asociación Monte de Santoña, dedicada al cuidado, limpieza y turismo del Buciero, el monte de la localidad.

Primeras semanas​
 

     Tal vez la parte más costosa y laboriosa del proceso está en las primeras semanas de trabajo. Se empieza limpiando las tierras. Una vez cambiados ya de ropa y dispuestos a trabajar, hay que quitar las malas hierbas, o lo que es lo mismo, todas las que impiden el buen crecimiento de los cultivos, también se quitan las brozas y los restos de raíces que hay en el suelo. “Todo eso sobra y se debe tener un especial cuidado de que no esté para facilitar el crecimiento de los cultivos cuando se planten”, declara Paqui. “Tener y cuidar una huerta no es simplemente recoger el fruto. Con eso no se arregla todo, el trabajo de limpiar el terreno y las instalaciones es muy sufrido”.


    Si la primera parte está hecha, el “rotavator” se convierte en el “mejor amigo” para la segunda fase. El “rotavator”, o rotocultivo, es una máquina con unas cuchillas muy fuertes que mueven la tierra de manera que ésta se airea: “Con esto conseguimos preparar la tierra para después. Queda fertilizar con abono orgánico y químico, después pasar de nuevo la máquina con el fin de que todos los abonos se mezclen con la tierra y con cuidado de no acercarse a ninguna raíz de los árboles. Hay que tener en cuenta que en una tierra sin aire ni abono la planta no agarra bien, y se corre el riesgo de perder las semillas”, enseña el Cañas, uno de los más antiguos de estas “tres villas” en el mundo de la agricultura, a Fernández y el rubio.

 

La siembra y recogida


     Han pasado 14 días desde que el picaporte de la puerta de acceso a “villa al lao” se abrió por primera vez. Las jornadas de limpieza, por el momento, cesan y estos trabajadores comienzan con la siembra. La verdura escogida para ser la primera en plantarse es la cebolla: “Por la fecha en la que estamos (2 de febrero de 2013), es la mejor opción. Es un vegetal muy fuerte que aguanta bien la lluvia y el viento tan frecuentes por aquí”, aclara “El Rubio” después de una mañana soleada de labranza.


     En esta ocasión, se han comprado las plantas pequeñas en lugar de las semillas. Hay una zona reservada al fondo para realizar esta labor. En dos porciones separadas de tierra, estos amigos proceden a sembrar 750 cebollas, mitad rojas y mitad blancas. El desarrollo consiste en “tirar líneas”, dejando alrededor de 25 centímetros entre ellas y 15 centímetros entre las cebollas. Si se deja un espacio menor el cultivo crece más pequeño. La tarea la completan fumigando cada 20 días con Acrobat. Aunque existen más productos, estos chicos han decidido utilizar este fungicida para las especialidades fitosanitarias. Alrededor de cuatro o cinco meses después, se empezará a recoger. Cuando las cebollas estén listas, se sacan de la tierra, y según les han dicho los más mayores, se deben trenzar en cantidades no muy grandes y colgarlas en sitios sin sol y donde corra el aire. “De esta manera se consigue que sequen la humedad que sacan de la tierra”, cuenta el chino.


    Al día siguiente se procede de igual manera con las fresas. La particularidad que tiene esta fruta  es que para sembrarla hay que buscar la parte más soleada dentro del terreno. La inexperiencia participó esta vez al no tapar el cultivo. Lo que no sabían estos amigos es que habían plantado un verdadero manjar para los gorriones. Por eso, al entrar unas semanas más tarde a la huerta descubrieron que las hojas y las flores estaban picoteadas y tuvieron que taparlas con la típica red de marinero.


     Como en una buena ensalada no puede faltar la lechuga, ésta fue el siguiente paso. La lechuga tiene la característica que puede plantarse casi todo el año, en concreto a partir de febrero, en un suelo donde predomine la humedad y el sol. Se comenzó a plantar el día dos de marzo. La manera de cultivarlo consiste en hacer hileras de 25 centímetros separadas entre sí y entre las lechugas de cada 15 centímetros. Es una hortaliza que no necesita mucho tiempo, es más, con buen sol y un riego continuo, en unos 25 días se puede empezar a recoger.


     La última semilla que se ha cultivado, de momento, directamente en el suelo en forma de planta pequeña es la patata. A diferencia de las anteriores, este tubérculo crece dentro de la tierra y requiere un espacio mayor que el resto. Al desarrollarse en el interior, no se puede ver el fruto hasta sacarlo y, según cuenta Dolfo, hay que sallar y resallar, es decir, mover la tierra con una azada o azadillo para airearla y limpiarla, esto se hace igual en la mayoría de los cultivos”. Al tratarse de patata temprana, unos 90 días después se puede iniciar la  recogida: “La recolecta se saca y se esparce un sitio sombrío, seco y aireado para que no se estropeen”, afirma con contundencia Antonio Casas.


     “No todo es plantar la semilla directamente en la tierra, incluso muchas de las plantas no admiten esta opción y por eso hay que recurrir a los semilleros”, plantean el rubio y Fernández durante el desayuno de media mañana. Todos los componentes de la asociación se juntan en las casetas para “picotear algo” sobre las 10.30 de la mañana en los fines de semana. Cada día se alterna la huerta anfitriona: “En realidad el sitio no importa tanto, lo que cuenta es reunirse y estar juntos para compartir datos y experiencias y por supuesto... ¡aprender!”, expresa Carlos “El Virutas”.


   Lunes 4 de febrero, en este día se arranca con los semilleros. Un semillero es un lugar destinado a la siembra de semillas,  pero cuenta con la peculiaridad de que está acondicionado para ello, ofrece unas condiciones más óptimas para que la planta crezca con más fuerza y se arraigue mejor a la tierra después de trasplantarla. Pueden hacerse de varias formas: con envases de yogures, macetas, cuencos... pero en “villa al lao” optan por comprar unas bandejas de corcho blanco con 104 agujeros. En el primer periodo de estos plantarios se eligen los pimientos verdes que ocupan dos bandejas enteras, 48 plantas de calabaza y 56 de calabacines en otra bandeja, y por último,  56 plantas de zanahorias y 48 de tomate. No han pasado ni dos semanas cuando el jueves día 15 comienzan a verse los frutos del trabajo, las semillas de calabaza dan la primera alegría a estos “novatillos”: “No sabes si lo estás haciendo bien pero sigues viniendo, y cuando llegas un día y ves que los semilleros van funcionando te llevas una alegría enorme”, relata Fernández.


     Los días de trabajo y limpieza continúan. En la segunda y tercera tanda de semilleros, a partir del 6 de Marzo y el 2 de abril, se plantan pimientos de la localidad de Isla, tomate de Udalla, pimientos de cristal, pepinillos enanos, guindillas que no pican... “El tiempo que tarda en crecer lo plantado en los semilleros varía en función del cultivo que se escoge, lo que nosotros vamos a hacer es esperar hasta que los semilleros alcancen más o menos una altura entre 12 y 15 centímetros para después pasarlas a la tierra. Queremos que crezcan fuertes y nos han dicho que mejor esperar, no corre prisa”, dicen Fernández y el rubio. “¡Será porque no hay trabajo pendiente que hacer por aquí!”, exclaman entre risas durante el desayuno el resto de la pandilla.


   Una nueva aventura que resulta provechosa para todos ellos y cualquiera que se anime a participar. Para Javier Fernández, el último en unirse a este club, representa “Tiempo de dedicación que ve su recompensa en nosotros mismos como personas y ¡en el bolsillo!”.

¡¡Disfruta de la fotogalería de las tres huertas de nuestra Asociación!!

TRUCOS PARA LOS NUEVOS


Aunque no se pueden explicar todos los trucos que tiene cada hortelano, en esta huerta se utilizan:


- Al igual que muchos otros, es importante plantar las semillas cuando la luna está en la semana de ​cuarto menguante. De esta forma, se consigue que las plantas no suban con mucha rapidez.

- Las redes de pescador: utilizadas por algunos para tapar los cultivos “más golosos” para los animales. Al poner estas redes por encima hay que se aguantarlas con vigas pequeñas de hierro. Así, se evita quedarse sin cosecha a causa de los animales.


En el caso de las lechugas, es una verdura que crece todo el año y por ese motivo se plantan escalonadamente. Se deja entre cada plantación unos 30 días y con eso se consigue tener lechugas para todo el año.

 

- Un último consejo es un sistema de riego por goteo económico para terrenos pequeños. Se usan las botellas de plástico de dos litros corrientes que se tienen por casa. Se coloca una varilla de hierro o un palo clavado en la tierra al lado de la planta y se amarra bien la botella con cinta o cuerda y se llena de agua. Después hay que abrir un poco el tapón para que salga solo una gota de agua. Así se logra mantener la tierra más tiempo húmeda y de este modo se ahorra mucha agua.

HERRAMIENTAS IMPRESCINDIBLES


Para empezar acertadamente y con buen pie en esta parte de la agricultura hay que saber los instrumentos necesarios para “ir tirando”:

Rotavator: tiene dos objetivos airear y mezclar la tierra.
- Azada: formada en uno de sus extremos por una lámina afilada y cortante y un mango para poder manejarla, es la mejor opción cuando hay que remover la tierra de alrededor de los cultivos.


- La horca, el rastrillo, las  palas  o las  cucharas  que se usan para cavar, remover la tierra o trasportar los desperdicios completan esta lista de utensilios para la tierra.


- Es indispensable el riego. Se precisa de una manguera y de bidones de almacenamiento de agua (de la que cae en los tejados de las casetas por ejemplo) para asegurarse el regadío en caso de sequía.


- Un elemento que no puede faltar en ninguna huerta es un pulverizador. Se trata de un recipiente en el que, por norma general, se utiliza la presión para vaporizar el líquido de su interior. En las huertas se utiliza generalmente para aplicar los tratamientos de plagas.

¡Anímate a cultivar tu propia huerta!

Y si no tienes terreno disponible, utiliza un par de macetas.

¡Cuida tu bolsillo!

Aquí te dejamos un breve vídeo de Europa Press en el que nos anuncian la subida de los precios de las marcas blancas de nuestra cesta de la compra...

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